martes, 16 de septiembre de 2008

Ribeira-Linhares

Crónica por Jesus “Intendencia”

Día 6

Miércoles 30 de junio de 2008 (cuarta feira)

Distancia: 80Kmt.

Acumulado ruta: 430Kmt.

Desnivel acumulado: 2320Mts.

Perfil


Track

Nos despertamos en el pueblo de Ribeira ya que ayer tuvimos que desviarnos 6 kilómetros de nuestra ruta para poder encontrar alojamiento, hoy es la etapa reina en la que subimos a la sierra de Estrela. Al levantarnos de la cama decidimos bajar con todo el equipaje preparado y dejar las bicis a punto para empezar la ruta de hoy antes de desayunar. Cuando estamos montado las alforjas ocurre la primera sorpresa, Jorge se da cuenta de que tiene un radio roto y que para arreglarlo va a tener que desmontar toda la rueda. Desafortunadamente, a mi no se me ocurre otra cosa mas que revisar mis propios radios, y efectivamente yo también tengo un radio roto, las problemas parecen venir a pares.

Después de estar casi una hora solucionando estas averías empezamos a desayunar cuanto antes ya que la etapa de hoy va a ser especialmente dura. Comenzamos afortunadamente cuesta abajo, ya que los 6 kilómetros de mas de ayer hoy son de bajada, y así llegamos hasta Vide, donde paramos para comprar en la tienda del pueblo algo de fruta y comida para el día, puesto que hoy no hay muchos pueblos durante el camino.

Salimos de Vide sabiendo que tenemos que subir hasta arriba de la sierra y dejamos a la derecha una carretera que parece llevarnos en esa dirección pero nosotros tenemos que subir por una pista que cumbrea un poco antes y que al parecer tendrá unos desniveles descomunales. Cuando empezamos a subir de repente nos encontramos perdidos cerca de unas casas en la ladera del monte y sin tener muy claro por donde seguir. Finalmente Juan descubre la senda por donde supuestamente debemos continuar pero nos informa de que bajo su punto de vista es impracticable para la bici, mucho mas contando con alforjas ya que es muy estrecha con maleza y mucha pendiente.

Después casi una hora perdidos, decidimos volver sobre nuestros pasos y tomar la carretera que subía directamente al parque de Sierra Estrela, y Jorge nos informa de que la ruta en bici esta mas planificada por este recorrido. Son algo mas de 20 kilómetros con desniveles del mas del 14% y una media rondando el 10 %. El comentario arriba fue que este puerto en el Tour seria un categoría especial. Así las cosas decidimos subir despacito con un ritmo constante y haciendo bastantes paradas, pero la mejor de ella fue al llegar a una fuente que mas parecía un oasis, donde decidimos sacar nuestras viandas y tomar un bocado para seguir el camino. Había allí unas cuantas familias que se quedaron sorprendidas con nuestra historia y fueron muy amables con nosotros llegando incluso a ofrecernos sardinas que ellos mismos habían cocinado. Tuvimos la gran suerte de que Jorge descubrió una musaraña que según el es el mamífero mas pequeño que existe y que yo personalmente no había visto nunca.

Después de comer reemprendemos la marcha, de la que nos queda lo mas duro, subir hasta el cumbreo con pendientes constantes del 14% y mas, lo que hace que lleguemos arriba deshechos. Juan ya llevaba un rato esperándonos, pero descansamos un poco, nos abrigamos y bajamos en dirección al lago Comprida cuya espectacular vista nos convence para bordearlo junto a la presa, de tal manera que teníamos un escenario estupendo junto al agua y el cortado a nuestra izquierda que era la presa.

Al terminar el bordeo del lago encontramos un bar de carretera donde disfrutamos de unas cervezas bien frías y unas patatas para después seguir bajando por carretera donde vemos otro lago y giramos hacia la derecha para ir rodando llano junto a un canal con bastante agua que proviene de los lagos. Llaneamos durante 2 kilómetros y medio hasta que se acaba la pista tenemos que abrirnos paso por unos arbustos muy frondosos para llegar a otro lago donde Juan se da cuenta de que va completamente frenado de la rueda de atrás así que Jorge se encarga de cambiarle las pastillas de freno, mientras que Diego se toma un reconfortante descanso encima de una piedra, y podemos seguir la ruta. Tras pistas con mucha piedra suelta llegamos al lago Rosine donde estaba previsto inicialmente que pasáramos la noche, pero hoy seguiremos hasta Linhares.

Después de varios cumbreos y sube bajas entre unos parajes maravillosos, llegamos al ultimo punto geodésico del día donde con un puesto de vigilancia forestal donde partimos una piedra cinco partes para llevarnos una cada uno, esto a pesar de que Juan se empeñó en partirse en cinco partes el dedo. Iniciamos un descenso vertiginoso entre un bosque de los pocos que quedan enteros por estos lugares después de los fuegos, porque vamos muy justos de tiempo y ya solo pararemos en una fuente que nos pilla de camino, con tan mala suerte de que Diego se da cuenta aquí de que tiene su parrilla rota y que la bolsa solo se sujeta por la plancha central. Otra vez recurrimos al manitas de Jorge que le hace un apaño muy socorrido con bridas y unos palos para que apoye el peso y no ceda más. Continuamos cada vez con el tiempo mas justo, pero como Diego sigue teniendo algún problema con la colocación de su parrilla decidimos que lo mejor será que Juan y yo nos adelantemos para buscar algún sitio para dormir en el pueblo.

Nos quedan unos 16 kilómetros, con unos 13 de descenso rapidísimo y unos últimos 3 de subida al pueblo. Bajamos tan rápido como nos lo permite el atrevimiento y nuestras ya maltrechas bicis porque cada vez vemos mas bajo el sol y nos damos cuenta de que apenas nos queda media hora de luz. La subida final es bestial con zonas completamente arenosas donde es imposible pedalear, piedras muy difíciles de pasar e incluso nos encontramos con un perro suelto que sale ladrando como un descosido y que casi salta a Juan a la cara, yo me asuste bastante así que me imagino que él mas.

Llegamos a Linhares cuando ya es noche cerrada y rápidamente nos informan de que hay una señora que tiene una casa rural, pero ahora no esta. Juan se va a quedar con las bicis a esperar, y yo voy a volver por el camino con una linterna para ver si encuentro a los compañeros, cuando llamo a Víctor me dice que están donde el perro, por lo que la cosa no esta tan mal. Finalmente nos encontramos y volvemos hacia la casa donde Juan ya esta con el hijo de la señora que nos lleva a la casa rural y nos consigue una fantástica cena a base de macarrones y espaguetis que nosotros cocinamos y además ponemos una lavadora con toda la ropa por lo que hoy no hay que preocuparse de lavar la ropa a mano

lunes, 1 de septiembre de 2008

Dornelas do Zezere-Ribeira

Crónica por Juan “Tom-Tom”

Día 5

Martes, 29 de julio de 2008 (Terça-feira)

Distancia: 66Kmt.

Acumulado ruta: 351Kmt.

Desnivel acumulado: 2025Mts.

Perfil


Track

Dornelas do Zezere-Ribeira

El día comienza con mejor estado de ánimo que como acabé ayer. Afortunadamente han desaparecido los fantasmas que durante la última parte del día me hicieron plantearme seriamente abandonar esta aventura o, al menos, atajar por algún tramo de carretera para evitar las temibles etapas de montaña que faltaban. En teoría muchísimo más duras que la pasada.

Ayer, debo confesarlo, se aliaron estado físico y anímico para brindarme uno de los tramos más duros que yo recuerde en mi vida como ciclista betetero. Pero como decía arriba, afortunadamente todo pasó y el nuevo día discurrió como sigue.

Como cada jornada nos levantamos pronto (7.30 h.) con la buena intención de empezar a pedalear aprovechando las primeras y frescas horas del día y, como siempre, esto no se cumplirá. Al contrario, cada día aprovecharemos más las últimas horas del día para pedalear.

Amenizo a mis compañeros (como presagio de lo que fue) con la canción de Serrat que dice: “hoy puede ser un gran día, plantéatelo así…”, también con otras canciones y anuncios varios y entre ponte bien y estate quieto, plantar el pino, recoger la colada, ver por televisión -cómodamente sentados en los sofás de nuestro estupendo alojamiento- las habilidades de unos bikers con comentarios incluidos de nuestro experto en la materia (Jorge), etc. salimos de casa una hora más tarde.

Después la rutina de todos los días: Colocar las alforjas en las bicis, limpiar y engrasar la cadena e hinchar ruedas.

Total, a las nueve menos cuarto empezamos a pedalear pero no duraremos encima de la bici ni diez minutos porque, claro, hay que desayunar. Localizamos un bar-tienda en el mismo pueblo (gracias a Dios que conseguí convencer a Jorge de no ir a desayunar al restaurante donde habíamos cenado, porque éste se encontraba a un kilómetro a las afueras del pueblo en un cuestón impresionante y, en contra de lo que él decía, fuera de la ruta que hoy deberíamos seguir).

Cafés, zumos, bollería y fruta son tranquiiiiiiilamente devorados en la terraza de la tienda-bar en donde, para dar más ambiente a nuestro estresante ritmo, la joven del establecimiento nos abre las sombrillas de las mesas no sea vayamos a coger una insolación.

También adquirimos alimentos varios para almorzar.

Por suerte hoy no hay que ver piedras (castillos) y, por fin, a las diez menos cuarto iniciamos la marcha pero, sin llegar a salir del pueblo, nos detenemos para la habitual foto de salida.

Salimos de Dornelas do Zezere por carretera ascendente que enseguida dejamos para tomar una pista con mucho desnivel entre un pinar que ha sido pasto de las llamas (como muchas zonas de las que hemos recorrido). La pista acaba en una fortísima rampa para unirse a una carretera que parece venir del pueblo que acabamos de dejar. Yo aprovecho para contribuir en la reforestación de tan desolado paraje y me detengo a plantar un pino. Seguimos subiendo varios kilómetros por asfalto. En lo alto de la subida abandonamos la carretera y cogemos una pista que va a media ladera. Desde aquí tenemos durante un buen rato una privilegiada vista de una importante explotación minera (Barroca Grande).

A estas alturas de la ruta Víctor ya lleva perfectamente descolocadas las alforjas de su bici. Asimetría que le acompañará durante toda la ruta.

Enlazamos con una carretera por la que descendemos hasta Meãs no sin antes pararnos en una Ermita donde aprovechamos para reponer fuerzas y hacer algunas foticos.

En Meãs nuestro zahorí Jesús localiza una fuente y nos cargamos de agua. Salimos por carretera ascendente e iniciamos el segundo puerto del día. Sin llegar a culminar la subida dejamos la carretera para adentrarnos en una pista que sigue subiendo. Sospechamos que al final la pista se va a unir con la carretera por lo que miramos de reojo a ésta, pero estamos decididos a seguir el trazado del GR.

Efectivamente arriba pista y carretera se unen. Allí, en lo alto, un retén de incendios nos reconoce. Son los que el día anterior acudían a sofocar un incendio y bajaban con su todo-terreno a toda velocidad por la misma pista que nosotros subíamos y que, de poco, se llevan por delante a todos mis compañeros si no llega a ser por las indicaciones que les hice.

Ya en la carretera descendemos rápidamente hacia Covança. Llegamos a esta localidad y paramos con la intención de almorzar algo. Nos alegramos (sobre todo Jesús) al saber que este pueblillo tiene bar. Entramos en el establecimiento y es como un oasis en el camino. El local es atendido por una señora mayor que grita mucho y en la cocina otra –que parece monja- le ayuda. También hace las funciones de tienda y de salón social. Tiene un espacio muy amplio con mesas y un futbolín. Hay una cuadrilla de jóvenes almorzando (o comiendo) y cuatro abueletes en otra mesa. Éstos gritan también muchísimo y parece que estuvieran discutiendo por algo. Diego, que cuando el hambre le aprieta habla portugués mejor que nadie, se aclara con la señora de la barra y consigue que nos preparen para almorzar macarrones con carne estofada de cerdo y ensaladas. También nos dan a probar carne de choto que, dicho sea de paso, estaba muy buena. Todo lo acompañamos con varias cervezas y vino. Acabamos con helados, café y orujo casero de miel. El precio de todo ello de escándalo.

Y así, sin priiiiiiiisas y después de dar con este tentempié, salimos de Covança en ligero descenso para, entre algún que otro sube y baja, afrontar el tercer puerto del día. En un sube de aquéllos Víctor y yo nos equivocamos de camino y nos metemos en un repecho un calentón de muy padre señor mío. Mientras tanto nuestros compañeros con la risa contenida nos esperan en el camino correcto.

Llegamos por una pista a Fornea y tomamos la carretera para iniciar la larga subida. Ésta se hace muy pesada. Arriba, una vez coronado el puerto, nace a mano derecha una pista que sube más y más y que en su inicio un letrero pone: “Piodão 4x4”. Jejeje, está claro, evidentemente nosotros hemos de ir por allí.

Por fin empezamos a descender hacia Piodão. El descenso es largo, por pista y muy bonito. No llegamos a descender casi 1 kilómetro hasta la localidad porque hemos decidido alargar la etapa hasta Vide y bajar hasta Piodão supondría luego tener que subir otra vez ese duro kilómetro para ir hacia nuestro destino. Hacemos no obstante una parada en un estupendo hotel con Spa que hay en ese lugar para reponer líquidos y enseguida salimos para subir el cuarto puerto del día.

El principio es por asfalto pero pronto nos metemos en una pista a nuestra derecha que poco a poco va perdiendo inclinación. La pista va por media ladera y permite rodar algo más rápido. Las vistas del valle son espectaculares. Al fondo ya divisamos parte de lo que subiremos mañana y que será el techo de nuestra ruta (Parque Natural de Serra da Estrela -1600mts-) Nos despistamos y pasamos el cruce en el que deberíamos coger la pista que baja a Vide. Cuando nos damos cuenta ya hemos iniciado el descenso por otra pista por lo que no queda más remedio que retroceder cuesta arriba.

Aquí Diego pincha el tubelés trasero. Una vez reparada la avería bajamos a Vide por una pista algo peligrosa y con fuerte inclinación. Algunos frenos huelen a quemado.

Vide parece, como todos, un pueblo semi-desierto. Jesús recorre sin éxito todos los rincones del pueblo en busca de alojamiento. A Jorge se le empezaba a hacer la boca agua pensando que, por fin, íbamos a dormir en las colchonetas a la orilla del río cuando al final una mujer que se dispone a abrir su bar nos indica que en el pueblo de Ribeira, en la Bomba de Gasolina (gasolinera), hay alojamiento.

Ribeira (cuya masa forestal que le rodea se encuentra arrasada por un incendio que se produjo hace tres años) se encuentra fuera de nuestra ruta a casi seis kilómetros de distancia de Vide y, como no, cuesta arriba. La señora del bar nos hace el favor de llamar por teléfono a la gasolinera para comprobar que efectivamente hay alojamiento. Y así, como postre, encaminamos nuestras últimas pedaladas por el quinto y último puerto del día.

Son las diez menos cuarto en España –como decía al principio, aprovechando las últimas horas del día- cuando después de recorrer más de 63 kilómetros en más de cinco horas y media de pedaleo, coronar cinco puertos y salvar un desnivel de más de unos 2000 metros, llegamos a Ribeira.

Nos alojamos en las habitaciones del Hostal de la gasolinera previo sorteo de las mismas. Diego, Víctor y yo, en habitaciones individuales; Jorge y Jesús juntos en una habitación doble. El precio: 15 euros por habitación.

Después de ducharnos -y algunos hacer la colada-, nos tomamos infinitas cervezas hasta que nos avisan para entrar al comedor a cenar. La cena: Ensaladas, carne y arroz, flan, cervezas, vino, gaseosa y un copazo de aguardiente de aproximadamente 100º que ninguno fuimos capaz de terminar. La cena nos la sirvió un diligente hombrecillo que nos miraba como cuando le hablas a un perro. Parecía que nuestras palabras le llegaban a sus oídos con tres segundos de retraso.

Y así, con el estómago lleno, acabó este quinto día de aventura. A las doce de la noche nuestros cuerpos serranos reposaban plácidamente en las “colchonetas”.

Serrat acertó con la canción y fue un gran día.