jueves, 30 de julio de 2009

DECAZEVILLE – LIMOGNE EN QUERCY


Lunes 27 de Julio de 2009

Crónica por Diego “Carraspanabike”

Etapa 4


DECAZEVILLE – LIMOGNE EN QUERCY

Distancia: 99Kmt.

Distancia Acumulada: 334Kmt.

Altura Maxima: 415Mts.

Altura Mínima: 144Mts.

Desnivel acumulado ascendente: 1328Mts.

Desnivel acumulado descendente: 1283Mts.

Tiempo de pedaleo: 06h28m

Tiempo Total de la etapa: 11h09m

IBPindex: 97.00

Nos despertamos con un sabor agridulce, probablemente por la cena de ayer en el restaurante chino Le Petit Hong Kong. Después del ritual de preparar las bicis para la etapa de hoy desayunamos tranquilamente en el Gite, donde nos obsequian con una barra de pan con una forma curiosa .

Tras la foto de rigor, comenzamos la etapa que, sin anestesia, nos sorprende con una subida por carretera. El cielo está cubierto de nubes y la mañana está fresca, lo cual se agradece. Tras cruzar el río Lot y ver los restos de lo que fue un puente medieval, llegamos a Livinhac le Haut., con su típico campanario de aguja .

Continuamos por un camino asfaltado que discurre entre un bosque frondoso en el que se alternan los castaños, robles y abedules. El camino es en continuo ascenso hasta la localidad de Montredon, donde añadimos un sello más a nuestras credenciales de peregrino. El cielo sigue nublado, pero empieza a apretar el calor.

Descendemos por un trialera hasta el pueblo de Guirande donde, tras deliberar frente a las ruinas de un antiguo horno, decidimos seguir por carretera para evitar dar uno de tantos rodeos; rodamos por bosques muy verdes para la época del año en que estamos y llegamos a San Félix, donde el GR65 nos lleva por una senda sorprendentemente estrecha por la que da gusto pedalear.

Al salir de nuevo a caminos más anchos, podemos comprobar cómo, en pocos días, hemos pasado de ver construcciones hechas con piedra volcánica y tejados de pizarra a otras construidas en piedra y argamasa con cubiertas de teja.

Pasamos fugazmente por el coqueto pueblo de Saint Jean Mirabel y nos hacemos una foto en un curioso monumento al Tour de Francia. Continuamos subiendo por carretera, caminos y sendas y, a 4,5 km. de Figeac cogemos una senda que nos deja muy cerca de esta localidad. La calle principal que da acceso a Figeac está flanqueada por edificios llenos de encanto. Cruzamos el río Cele y nos dedicamos a deambular por esta bonita ciudad, donde nos encontramos con unos peregrinos que van en burro.

Decidimos que ya es hora de almorzar, por lo que asaltamos el supermarche de rigor (Diego a por el almuerzo, Jesús a por las cervezas y las chuches, Víctor a por el pan y Jorge a por barritas energéticas, mientras Juan vigila las bicis). Como se estaba nublando y se levantó una viento de tormenta nos refugiamos junto a la iglesia. Tras poner en práctica las teorías de Henri Ford sobre la producción en cadena aplicadas a la preparación de bocatas, compruebo con satisfacción que da gusto alimentar a estos chicos: todo les sabe bueno y lo devoran en segundos; bueno, Jorge se toma unos minutitos más y por eso no le da tiempo a echarse un sueñecito. Finalmente la tormenta no fue a más.

Y con la tripa bien llena hacemos lo más apropiado para la situación: un repecho por carretera de más de 150 m. de desnivel. Francia, país donde conviven lo moderno y lo antiguo, no deja de sorprendernos por sus casas y sus monumentos a los caídos en la 1ª y 2ª Guerra Mundial . El ascenso nos deja en Faycelles, donde nos refugiamos a la sombra de un árbol porque a esa hora el calor ya aprieta. El camino continúa alternándose los tramos por caminos asfaltados y sendas que atraviesan frondosos robledales, atravesando parajes de singular belleza.

Rodamos muchos kilómetros sin atravesar ningún pueblo, pero no importa; vamos muy relajados, disfrutando de la ruta, a un ritmo muy tranquilo (nada que ver con los finales de etapa de los domingos), bromeando sobre cualquier cosa y aprovechando cada momento para echar unas risas. Decidimos que la senda por la que estamos rodando es la “senda ideal”: estrecha, sin apenas desnivel, con el firme liso y casi sin piedras, a la sombra de los robles, y atravesando paisajes preciosos y de rincones singulares ).

Al aproximarnos a Cajarc iniciamos un descenso en el que Víctor tiene un pequeño malentendido con unas piedras, pero se salda con sólo unos cuantos rasguños. Este descenso nos deja en las afueras del pueblo, junto al río Lot. Como es la hora de comer nos vamos Jorge y yo a una tienda a comprar y; al ver que tienen platos cocinados, decidimos darnos un homenaje a base de ensaladas variadas, paté y pollo asado. Al vino nos invita el bueno de Juan.

Continuamos camino por la carretera acompañados por un tráfico intenso al principio durante la subida. Continúa la carretera con toboganes por un robledal y finalmente llegamos a Limogne en Quercy, un pueblecito donde nos alojamos en una antigua casona regentada por Mary, una mujer madura pero con una chispa y una vitalidad envidiables, y con un sentido del humor que ya quisieran muchos cómicos.

Después de una buena ducha cenamos en el restaurante Le Vieux Quercy, donde cenamos muy bien y nos reímos hasta hartarnos.

FOTOS AQUÍ

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